POR DANIEL CARAM
Hasta cuando...
Hay situaciones que trascienden las peleas diarias por llegar al poder, y que planteadas en una escala de prioridades evidentemente están por el piso. No obstante no ser situaciones para títulos ostentosos en materia periodística, quien esto escribe considera como una obligación moral el reiterar el tema para lograr que al menos seamos más los que sabemos sobre lo que pasa, reclamando a viva voz una respuesta urgente ante tanta injusticia.
Florencia Gonzalez Cabañas es una joven correntina que está en silla de ruedas, y que estudia francés en el Instituto Josefina Contte. Su constancia, perseverancia y determinación impiden que su realidad la golpee, y donde muchos pueden ver o sentir un drama ella observa una nueva oportunidad de seguir.
Desde hace casi dos años ella y sus familiares y amigos se cansaron de reclamar por todos los medios posibles al Ministerio de Educación para que instale una rampa de acceso, obligatoria y elemental en cualquier edificio público.
Cansada de no tener respuesta, amenazó con llevar el tema a la Justicia, y fue así que realizaron una casi provisoria que por materiales y estructura es sencillamente deplorable.
Claro, por los elementos usados para su instalación, la rampa casi siempre está rota, ya que no soporta el peso común del paso de una persona en silla de ruedas.
Este elemental caso, que sensibiliza hasta lo más profundo de uno, parece ser un hecho más para las autoridades provinciales, municipales y hasta de las instituciones que nuclean a los profesionales. Porque seamos honestos y sinceros: ante la falta de respuesta de un estamento oficial bien puede actuar otro.
Por caso, si Educación no cumple con lo que corresponde, una repartición municipal debería actuar con la celeridad y urgencia para obligar a construir la rampa. Hay obviedades que se superponen a las estructuras administrativas.
Mientras se discutan pasos y obligaciones, Flor sigue esperando. Una injusticia por donde se lo mire.
Sábado, 31 de octubre de 2015